A lo largo de la Edad Media en la Península Ibérica convivieron diferentes comunidades religiosas, no siempre de forma pacífica, ni mucho menos, pero tampoco siempre de manera violenta. Tanto en los reinos cristianos como en los musulmanes la gestión del pluralismo religioso fue compleja y contradictoria. En ocasiones vista con sospecha, en otras con naturalidad, la presencia de comunidades religiosas diferentes de la mayoritaria generó intercambios culturales, influencias, experiencias comunes y conflictos que hacen de la historia medieval hispana un caso poco frecuente en la Europa de la época. Por esa razón la experiencia hispana ha despertado el interés de multitud de historiadores de todo el mundo.