El andalusí es el dialecto árabe medieval mejor documentado. Hoy día es considerado un elemento esencial en la historia de la lengua árabe y su dialectología
Ángeles Vicente
Universidad de Zaragoza
¿Cómo se produjo la arabización de al-Andalus?
Al-Andalus llegó a ser una sociedad arabo-islámica gracias al éxito del doble proceso de arabización e islamización. Tras la llegada del islam, se produjo en la Península Ibérica una transformación similar a la que había tenido lugar anteriormente en las regiones del Mediterráneo oriental, y cuyo resultado fue la paulatina asimilación de la población local hacia la cultura recién llegada, es decir la cultura árabe, que se convirtió en la dominante, aunque de manera recíproca esta fue influida también por algunos elementos de las culturas autóctonas.
La lengua árabe fue introducida en la Península Ibérica con la llegada de población arabófona en el siglo VIII, aunque se sabe que su número era escaso, pues la mayor parte de los conquistadores eran bereberes islamizados procedentes del Norte de África. El éxito y la expansión del árabe se debió, por tanto, a la llegada algo posterior de nuevos aportes de población arabófona (especialmente los árabes que llegaron con el ejército de base tribal sirio) y al prestigio social alcanzado por esta lengua al ser la variedad vehicular de las clases dominantes, por lo que su uso tendría una serie de ventajas sociales para sus hablantes. A todo ello hay que sumar el hecho de que el árabe sea la lengua sagrada del islam, religión que llegó a ser la mayoritaria de la sociedad andalusí.
La población de origen árabe a la que se ha aludido procedía de diferentes partes de Oriente, por lo que el árabe que hablaban no era una lengua homogénea sino diferentes variedades habladas en áreas de la Península Arábiga y del territorio que en la actualidad se conoce como Oriente Medio. Así, se han descrito características propias de los dialectos sirio y yemení en la formación del árabe andalusí, debido a que parte de los pobladores árabes pertenecían a tribus procedentes del sur de la Península Arábiga y de Siria. Ya en este primigenio panorama lingüístico andalusí encontramos la situación de diglosia que caracteriza a la lengua árabe, es decir, una variedad usada en la escritura y la liturgia, y la existencia de un grupo de diferentes variedades orales empleadas como lenguas de comunicación.
La formación del árabe andalusí
La gestación del árabe andalusí se produjo de manera similar a la de otras lenguas de tipo neoárabe, un grupo del que forma parte en su fase antigua, siendo los actuales árabe marroquí, árabe iraquí, árabe egipcio, etc. una fase moderna del mismo grupo de lenguas. Es decir, les diferencia que el andalusí desapareció como lengua de comunicación en el siglo XVII, mientras que las otras lenguas árabes vernáculas siguieron evolucionando hasta la época actual.
El árabe andalusí se formó, por tanto, debido a la interacción de varios elementos: las diversas variedades árabes traídas a la Península Ibérica en el siglo VIII, junto con elementos autóctonos como el bajo latín, primero, y el romandalusí, después. Esta última consistía en la lengua romance hablada por la población andalusí durante los primeros siglos y que tuvo una evolución diferente a las lenguas romances habladas más al norte debido al contacto continuo con una variedad árabe.
Esta realidad lingüística anterior a la llegada de los árabes, y sobre la que se instalaron, funcionó como substrato lingüístico y dejó una huella importante en el árabe andalusí. Hay que contar además con otra influencia lingüística llegada del Norte de África, la lengua bereber o amazig; en primer lugar, con la presencia entre los conquistadores de variedades bereberes habladas por las tropas de este origen y, más adelante, por la llegada de población berberófona durante los imperios Almorávide y Almohade, lo que supuso también la influencia sobre el andalusí de otros dialectos árabes magrebíes, sobre todo, el marroquí. Todo ello dio forma a una variedad árabe particular que lograría imponerse en toda la sociedad andalusí como lengua vehicular o de comunicación.
Además del elemento religioso y del prestigio social ya aludidos, otros factores contribuyeron al éxito de este proceso. Por un lado, la llegada de arabófonos procedentes de Oriente durante la época del califato ayudó a la expansión de la arabización y, por otro, la campaña de propagación de la variedad cordobesa promovida por el califa ‘Abd ar-Raḥmân III en el siglo X, que tuvo un gran éxito sobre todo en las ciudades, contribuyó a conseguir una cierta homogenización de las diversas variedades del árabe andalusí. Así, se formó una coiné más o menos unificada y prestigiosa que, a lo largo del siglo XI, logró imponerse en esta sociedad sin distinguir la religión de sus hablantes; es decir, era la lengua de comunicación para los musulmanes, los cristianos y los judíos de al-Andalus. Con ello, el mayor número de hablantes de esta lengua se alcanzó en los siglos XI y XII.
Su prestigio social fue tal que llegó a convertirse en lengua literaria, un papel normalmente desempeñado en las sociedades arabo-musulmanas por la variedad clásica, llegando a los círculos cortesanos y a los palacios de los reinos de taifas. Incluso, en una época concreta, los andalusíes comenzaron a exportar cultura árabe hacia el Magreb, donde tenían una considerable influencia, convirtiéndose en una referencia cultural y en artífices de la arabización de parte de esa región.
Disponemos de documentación textual del árabe andalusí desde el siglo X y hasta el momento de la expulsión de los moriscos en el siglo XVII. Así, el primer uso conservado del andalusí en un documento escrito, que aparece en la crónica histórica al-Muqtabis V de Ibn Ḥayyān, se documenta en un verso del año 913 en el que un partidario del rebelde ‘Umar ben Ḥafsûn insulta al emir ‘Abd ar-Raḥmân III.
Existen también huellas de la variedad andalusí en la producción literaria, como los proverbios o la poesía, pues fue en al-Andalus donde nació el género de la poesía estrófica que nos proporciona tempranas muestras de esta lengua. Este es el caso de las xaraǧât (estribillos escritos en árabe andalusí o bien en lengua romance de los poemas conocidos como muwaššaḥât) y el de los cejeles (poemas estróficos escritos completamente en árabe andalusí).
Entre los últimos ejemplos del uso escrito de esta lengua contamos con los documentos redactados por los moriscos de Valencia, en prosa y de uso privado, donde encontramos interesantes ejemplos de la lengua romance hablada en esta región oriental de la Península Ibérica, a causa de la práctica por esta población del code-switching andalusí-lengua romance.
Gracias a esta situación, el andalusí es el dialecto árabe medieval mejor documentado y, como consecuencia, se ha logrado describir su gramática y su léxico a pesar del consabido registro elevado que caracteriza a las fuentes escritas. Hoy día es considerado un elemento esencial en la historia de la lengua árabe y su dialectología, pues su mayor conocimiento demostró su conexión con el resto de dialectos hablados en la región del Magreb, abandonándose con ello la denominación previa que se le había dado (dialecto hispano-árabe). Todo ello ayudó a corroborar que al-Andalus, aun habiéndose constituido como una entidad política diferente con la llegada del omeya ‘Abd ar-Raḥmān I, siguió formando parte del ámbito lingüístico y cultural creado por la expansión imperial islámica.
Contactos entre el árabe y el romance en territorio peninsular
Durante los nueve siglos en los que la lengua árabe se habló en parte del territorio de la Península Ibérica, su estatus sufrió varios cambios debido principalmente a circunstancias extra-lingüísticas, pasando así por tres etapas diferentes: en primer lugar, entre los siglos VIII y X, podemos hablar de una situación de bilingüismo, donde el árabe era la lengua que tenía el prestigio social, mientras que la lengua proto-romance de la población autóctona era la más importante desde el punto de vista cuantitativo. Un segundo periodo, en el que el árabe andalusí se impuso como lengua dominante de comunicación entre los diversos grupos sociales y religiosos que vivían en al-Andalus, llegando a vivirse una situación de monolingüismo árabe más o menos generalizado entre los siglos XI y XIII. Y una tercera y última fase, del siglo XIII en adelante, en la que, tras el avance de las conquistas cristianas y la reducción numérica de la población arabófona, se produjo otra situación de bilingüismo entre el árabe andalusí y las lenguas romances, pero esta vez con el árabe vernáculo como lengua minoritaria y sin prestigio social, mientras que la lengua dominante era diferente dependiendo de la región, pues el bajo latín había evolucionado ya hacia las diversas lenguas romances peninsulares.
La existencia de la primera situación de bilingüismo en al-Andalus y su duración en el tiempo ha sido un tema muy controvertido en la literatura científica, ya que han aparecido numerosas teorías contradictorias entre sí, algunas de ellas muy polarizadas. La teoría más aceptada en la actualidad consiste en que la situación de bilingüismo vivida en al-Andalus llegó a un nivel de interferencia tan profundo que dejó huellas en ambas lenguas. No obstante, la arabización de al-Andalus, aunque fue un proceso lento y no exento de contratiempos, llegó a culminarse en el siglo XI, unos tres siglos después de la llegada de la lengua árabe a estas tierras. La variación dialectal siguió existiendo en forma de variantes regionales e incluso hubo núcleos aislados de hablantes de otras lenguas, sobre todo en las zonas rurales.
En lo que concierne al árabe andalusí, las interferencias con la lengua romance existen a nivel fonético, prosódico, morfosintáctico y del léxico. Así, por ejemplo, su particular prosodia demuestra su idiosincrasia, pues es diferente de la de cualquier otra variedad árabe.
En cuanto a las lenguas romances, la interacción con el árabe andalusí se refleja también en la presencia de algunas interferencias que, aunque no muy numerosas en aspectos fonéticos y morfosintácticos, sí lo son en el campo del léxico, donde la huella es mayor.
Se han establecido dos tipos de influencias desde el árabe andalusí hacia las lenguas habladas en el norte cristiano. En primer lugar, de tipo directo gracias a los grupos sociales que vivieron entre las dos culturas peninsulares: la cristiano-occidental y la musulmano-oriental. Esta población estaba formada primero por los mozárabes (cristianos arabizados) de al-Andalus que empezaron a inmigrar hacia el norte peninsular desde los siglos IX y X y sobre todo a partir del XII, transformándose así en los principales transmisores de las interferencias lingüísticas hacia las lenguas habladas en los reinos cristianos.
Posteriormente, existió un segundo grupo de población que vivió entre las dos culturas, se trata del formado por los mudéjares, con el tiempo moriscos, quienes mantuvieron un contacto cotidiano con las lenguas romances en algunas ciudades, ya bajo poder cristiano. Ellos contribuyeron a la transmisión de estas transferencias, pero en una menor escala, a causa de su estatus social más bajo que aquel del que gozaron anteriormente los mozárabes, pues estos últimos venían de una cultura vista como superior, por lo que fueron imitados en muchos aspectos.
La segunda clase de influencias son de tipo indirecto y se trata de un contacto lingüístico más distante y esporádico, motivado, por ejemplo, por las relaciones comerciales, militares y políticas.
En cuanto al contacto entre las variedades escritas, las interferencias lingüísticas se produjeron mayoritariamente desde el árabe clásico hacia el latín y las lenguas romances, cuando estas se convirtieron en lenguas literarias. Este contacto se produjo principalmente a través de una importante labor de traducción de las obras árabes orientales y andalusíes y de las obras griegas traducidas anteriormente al árabe en la famosa Dār al-Ḥikma de Bagdad, que habían llegado a al-Andalus en el equipaje de muchos viajeros que llegaban de Oriente. Así, por ejemplo, en la corte de Castilla, se tradujo todo el saber árabe al castellano, variedad vernácula que con Alfonso X el Sabio se convirtió en lengua literaria, y al latín, pasando de esta manera al resto de Europa. Como el castellano no era aún una lengua de cultura bien desarrollada, se necesitó crear muchos neologismos para expresar lo que había en esas obras árabes y griegas, y con ello las influencias lingüísticas penetraron en las lenguas romances y en el latín, sobre todo en forma de préstamos semánticos, conocidos como arabismos.
El declive del árabe como lengua de comunicación y su desaparición en la España moderna
Con el paso de los siglos y el avance cristiano hacia el sur, la situación lingüística de los mudéjares y moriscos se caracterizó por una nueva situación de bilingüismo, como ya hemos señalado anteriormente. Esta difiere en muchos aspectos de la que hemos descrito para la primera época de bilingüismo en los siglos anteriores.
Primero, en la importancia del fenómeno, ya que ahora fue menos extenso desde un punto de vista cronológico y geográfico. En segundo lugar, la lengua de prestigio social era diferente en los dos casos, pues en la primera etapa de bilingüismo lo era el árabe andalusí y en la segunda lo serían las lenguas romances. En tercer lugar, porque ahora hay que hablar más bien de un bilingüismo individual, mientras que el primero era un fenómeno desarrollado a nivel social. Es decir, ahora en muchos casos se trataba de algunos individuos que dominaban las dos lenguas y que eran útiles como intermediarios, los famosos trujumanes.
La desaparición de la lengua árabe en la Península Ibérica fue un proceso muy lento, a causa de la resistencia de la población musulmana a abandonar su lengua, una situación que encontramos incluso entre algunos cristianos. De esta manera, el árabe existió entre la población de la ciudad de Toledo incluso después de la conquista de la ciudad en 1085 por el rey Alfonso VI. Esta situación se prolongó hasta los siglos XII y XIII, es decir, se mantuvo el uso del árabe como lengua de comunicación de una comunidad cristiana, antiguos mozárabes toledanos, y bajo el poder de un rey cristiano, a causa de motivos relacionados probablemente con la identidad de grupo.
En todo caso, el retroceso de la lengua árabe no se produjo en todas las regiones de una manera similar, y así la situación en Castilla y Aragón no fue la misma que la de Granada y Valencia, siendo la vitalidad del árabe mucho más fuerte en las dos últimas ciudades. De esta manera, en la zona norte de la Península Ibérica, el árabe como lengua de comunicación desapareció hacia el siglo XIV, mientras que en las regiones meridional y oriental sobrevivió hasta finales del siglo XVI en Granada y hasta el momento de la expulsión de los moriscos, al principio del siglo XVII, en el Levante. Este hecho tuvo como consecuencia que parte de la población morisca llevara consigo la lengua árabe al territorio donde se instaló, es decir, a algunas regiones magrebíes, mientras que otros tuvieron que “re-arabizarse” allí, pues solo hablaban lengua romance.
Para ampliar:
- Corriente, Federico, 1992. Arabe andalusí y lenguas romances. Madrid, Editorial MAPFRE.
- Corriente, Federico, Christophe Pereira & Ángeles Vicente, 2015-2022. Encyclopédie Linguistique d’Al-Andalus, 5 vols. Berlín, De Gruyter.
- Vicente, Ángeles, 2006. El proceso de arabización de Alandalús: Un caso medieval de interacción de lenguas. Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo.
- Wasserstein, David, 1991. “The language situation in al-Andalus”. En Studies on the Muwaššaḥ and the Kharja: Proceedings of the Exeter international colloquium, 1–15. Oxford, Ithaca Press.