La sabia esclava de las Mil y una noches: Tawaddud y sus avatares

La esclava contestó a todas las preguntas que le hicieron, dejando asombrados a los participantes en la sesión por su inteligencia, erudición y su dominio de todos los temas tratados. Por ello recibió del califa una carta que certificaba sus conocimientos y su triunfo


Maribel Fierro
ILC-CSIC


Detalle de una miniatura de las Makamat de al-Hariri. BNF, ms. Arabe 5847.

Una historia de las Mil y una noches

Un rico mercader de Bagdad deseaba ardientemente tener un hijo. Sus plegarias finalmente fueron escuchadas y le nació un hijo varón al que llamó Abu l-Husn (Agraciado, en la magnífica traducción de Salvador Peña). A la muerte de su padre, Abu l-Husn dilapidó la fortuna que había heredado. Unicamente le quedó la posesión de una joven esclava llamada Tawaddud (Bienquerer en la traducción de Peña). Viendo la desesperación de su amo, la joven le pidió que le comprase bellas vestimentas y adornos y la vendiese al califa abbasí, Harun al-Rashid, por el precio más alto posible. Ese precio lo justificaría, le dijo,  por el hecho de que no sólo era hermosa, sino sabia, pues dominaba todas las artes y ciencias, además de poseer conocimientos de música y ajedrez.

Llevada ante el califa, éste quiso comprobar que los méritos de la joven correspondían a lo afirmado por su amo. Pidió al sabio Ibrahím hijo de Sayyar el Lapidario (1) —traído desde Basora— que organizase una sesión en la corte en la que especialistas en las distintas disciplinas comprobasen los conocimientos de Tawaddud. La joven se vio así examinada por especialistas en el Corán, el derecho, la medicina, la astrología, las matemáticas y la filosofía: todos ellos les formularon una serie de preguntas a las que debía responder, habiéndose acordado que, tras el turno de cada examinador, ella podría hacer a su vez unas preguntas y quien no respondiese debía desvestirse. Al final, Tawaddud tuvo que resolver una serie de adivinanzas y enigmas, así como demostrar sus conocimientos de música y del juego de ajedrez.

Tawaddud contestó a todas las preguntas que le hicieron, dejando asombrados a los participantes en la sesión por su inteligencia, erudición y su dominio de todos los temas tratados. A las preguntas del alfaquí contestó ofreciendo una síntesis de los elementos principales del derecho según la escuela jurídica shafiʽí (sunní) y a las preguntas del médico citó a Galeno y demostró conocer la teoría humoral, los síntomas internos y externos de las enfermedades, la importancia de una dieta moderada; también expuso sus prevenciones sobre las sangrías. Los examinadores, derrotados y humillados, tuvieron que desprenderse de sus vestidos. Tawaddud recibió del califa una carta que certificaba sus conocimientos y su triunfo.

El califa pagó a Abu l-Husn los 10.000 dinares que éste le había solicitado para venderle a Tawaddud y concedió a esta un deseo. Ella pidió ser devuelta a su amo. 

Detalle de una miniatura de las Makamat de al-Hariri. BNF, ms. Arabe 5847.

Esta historia forma parte de las relatadas por Shahrazad en las Mil y una noches, historias que cuenta con el objetivo de salvar la vida (y la de otras mujeres), ya que su amo, Shahriar, acostumbraba a matar a sus esposas después de pasar con ellas una noche por considerar que esas mujeres acabarían traicionándole. La historia ocupa las noches 436-462. Tawaddud guarda similitud con Shahrazad, pues como ella utiliza las palabras, su saber, su ingenio y su imaginación, en su caso para salvar a su amo.

La popularidad de la historia de Tawaddud ha sido enorme tanto en el mundo islámico como fuera de él.

En el mundo islámico

La historia incluida en las Mil y una noches —una obra que tiene una compleja génesis y formación que va del siglo X hasta el XIX (2)— circuló también de forma independiente, tanto oral como escrita. Se tiende a pensar que se originó en Bagdad aunque se retocó siglos más tarde en Egipto. Una versión compuesta en al-Andalus, muy posiblemente en el s. XIII, se conserva en un manuscrito de la Real Academia de la Historia (Madrid), con el título de Ḥikāyat al-ŷāriya Tūdūr. En esta versión, es el mercader el que se arruina (nada se dice de que quisiera tener hijos), el califa es al-Manṣūr (que se puede identificar con el califa almohade del mismo nombre), la esclava tiene también conocimientos de sufismo, caligrafía, bordados y orfebrería, y se introduce una lista sobre las señales de la mujer hermosa.

Hay versiones en dialecto marroquí (el manuscrito de una de ellas se conserva en la Escuela de Estudios Arabes de Granada) y otras que han circulado en el Africa subsahariana, como la traducida por Floréal Sanagustin. En la actualidad, la historia parece ser muy popular en Indonesia y Malasia, donde los padres dan el nombre Tawaddud a sus hijas.

De la historia en su versión árabe se llevó a cabo una traducción al persa en el siglo XVI, en la que el personaje se llama Ḥusniyya (la bella) en vez de Tawaddud. En esta versión, la parte teológica y jurídica se adapta para que concuerde con los fundamentos del shiʽísmo duodecimano, aunque el contexto sigue siendo la corte abbasí. Ḥusniyya es tan persuasiva en lo que expone que más de 400 personas de la audiencia se convierten del sunnismo al shiʽísmo. Esta novedad no debe sorprender: la traducción al persa fue patrocinada por Shāh Ṭahmāsp (r. 1524‒1576), el segundo gobernante de la dinastía Safaví bajo la cual se adoptó el shiʽísmo duodecimano como doctrina oficial en Irán.

Esta versión se transmitió en la Turquía otomana entre los sufíes bektashíes, siendo objeto de refutaciones públicas por orden del Sultan Abdul Hamid (r. 1876-1909).

Fuera del mundo islámico

En un momento que los investigadores sitúan entre los siglos XI-XIII —con unos a favor de la fecha más temprana y otros de fechas posteriores—, la historia de Tawaddud fue traducida al castellano (no parece haber habido una traducción previa al latín) pasando a ser conocida como La donzella Teodor. Este —y no Tawaddud— es el nombre que aparece en el manuscrito árabe de la Real Academia de la Historia.

Esa versión al castellano con sus variantes se conserva en manuscritos y, tras la llegada de la imprenta, de forma impresa. Los elementos religiosos se cristianizan, los pasajes de contenido sexual se van progresivamente eliminando y la extensión se reduce considerablemente ya que los examinadores se reducen a tres. El mercader es húngaro y compra en Túnez a la hermosa esclava llamada Teodor; el personaje de Ibrahím hijo de Sayyar el Lapidario pasa a llamarse Abraham (lo cual llevará a convertirlo en judío en algunas versiones).

Portada de La historia de la donzella Theodor de Francisco Pinardo, Valencia, 1643. RAE, RM-2159.

La donzella Teodor tiene una abundante presencia en la literatura de cordel, lo cual demuestra su difusión en ámbitos populares, donde debió circular a través de su recitación o lectura pública en mercados y ferias. De esa popularidad es también prueba que Lope de Vega (1562-1635) le dedicase una de sus obras de teatro, La donzella Teodor.

Como literatura de cordel, la historia de Teodor circuló en América, pues su carácter moralizante y didáctico hizo posible su inclusión entre los libros que podían ser enviados a ultramar. Los Mayas la incorporaron a su acervo tradicional, por ejemplo, en los Chilam Balames o Libros de comunidad de Yucatán. Lo que interesó a los Mayas no fue toda la historia, de la que eliminan por ejemplo la primera parte, sino en especial lo referente al conocimiento astronómico y a los enigmas, con estrechas conexiones con su cultura tradicional (los enigmas y adivinanzas se usaban en la cultura maya para probar a los candidatos que aspiraban al poder político y los que fallaban tenían que desvestirse).

La versión portuguesa de La Donzella Teodor tuvo una gran difusión en Brasil también como literatura de cordel. Llegó a ser versificada, lo cual facilitó aun más su memorización y que tuviese repercusión entre amplias capas de la población.

De la recepción moderna de las Mil y una noches en el mundo ibero-americano se ha ocupado Salvador Peña, autor de la más reciente traducción completa al castellano —merecedora de, entre otros, el Premio Nacional de Traducción 2017—.

Donde la historia de Tawaddud no parece haber tenido difusión es más allá de los Pirineos, aunque Chaucer (c. 1343-1400) debió conocer la historia, pues en uno de sus cuentos se hace mención a ‘Teodora’ como una figura conocida.

En la obra Enigmaticus, una colección de enigmas compilada por un monje agustino llamado Claretus de Solencia al final del siglo XIV, éste afirma que asistió a una prueba llevada a cabo ante un rey en la que una doncella contestó a los enigmas que le planteó un sabio, mientras que a los que ella propuso ese sabio no supo dar respuesta. Claretus explica que decidió entonces poner por escrito esos enigmas para que ningún otro sabio se viese en la misma situación de humillación. En este caso, el que narra la historia quiere que su audiencia se identifique con el sabio, no con la doncella.

La traducción al inglés en este siglo publicada en Malasia —Muhammad Abdul Rauf, The story of Tawaddud: a brilliant and beautiful girl and a model of good moral conduct, Petaling Jaya: Institut Perkembangan Minda, 2005— refleja la popularidad ya mencionada de la historia entre la  población musulmana del Sudeste asiático.

El asteroide 12623, descubierto el 17 de octubre de 1960, fue nombrado Tawaddud.

¿De dónde procede la historia?

Los especialistas consideran que su origen no procede de Persia o de la India, cuna de tantas historias que circularon en el mundo arabo-islámico como las que se encuentran en el Kalila wa-Dimna. Los que hay que se inclinan por un origen griego, remitiendo, por ejemplo, al hecho de que el bibliógrafo de Bagdad Ibn al-Nadīm (m. 995) menciona entre las obras traducidas que circulaban en su época un «libro sobre el filósofo que fue examinado por la joven esclava Qitar».

Un precedente que se ha aducido es el bíblico de la reina de Saba, quien interroga a Salomón para comprobar si su fama de sabio es cierta.

La figura de Tawaddud se ha considerado inspirada por la historia de Catalina de Alejandría, una mártir cristiana del s. IV de la que se dice que, tras haberse convertido al cristianismo, participó en un debate con sabios paganos ante el emperador Magencio (306-312), debate del que salió victoriosa pero que no impidió que al final fuese ejecutada. Entre los que asistieron al debate hubo muchos que se convirtieron al cristianismo, elemento éste —el de la conversión gracias a la inteligencia y sabiduría de una joven doncella— que reaparecerá más tarde en la versión shiʽí Ḥusniyya. A su vez, la figura de Catalina de Alejandría ha sido interpretada como el relato al revés de la historia de Hipatia (370-415 AD), la filósofa y matemática pagana que se negó a convertirse al cristianismo, cuya vida fue llevada al cine por Alejandro Amenábar.

Las esclavas sabias

Catalina de Alejandría se diferencia de Tawaddud en que es noble, no una esclava. Las esclavas sabias constituyeron un fenómeno habitual en el mundo de las cortes islámicas. La mayoría eran formadas en conocimientos musicales y poesía, pues su función era entretener a los participantes masculinos en las sesiones (maŷālis) que se llevaban a cabo en palacios, lugares de recreo y moradas de notables y en las que se discutía de temas variados, se recitaba poesía, se escuchaba música y se comía y bebía. Cuantas más habilidades adquiría una esclava, más alto podía llegar a ser su precio en el mercado. A veces eran sus amos quienes las adiestraban bien por percibir su inteligencia o capacidades bien para que les ayudasen, por ejemplo, si el amo era un librero, podía enseñarles caligrafía para que hiciesen copias de manuscritos. 

Del imám shiʽí Ŷaʽfar al-Ṣādiq se dice que tenía una esclava llamada Saʽīda que había aprendido tradiciones religiosas de él, entre ellas el testamento del Profeta. En otra historia de las Mil y una noches, otra joven esclava llamada Nuzhat al-zaman —en la historia del rey Umar al-Nuʽman y sus hijos— tiene que probar sus conocimientos ante los cadíes. En la obra de al-Jaṭīb al-Bagdādī (m. 463/1071), Historia de Bagdad, el filólogo al-Aṣmāʽī (122/740-213/828) es convocado por el califa Hārūn al-Rašīd para que compruebe el conocimiento en gramática, poesía y literatura de dos jóvenes esclavas que le habían regalado. 

Detalle de una miniatura de las Makamat de al-Hariri. BNF, ms. Arabe 6094.

En al-Andalus, Ibn Bassām (m. 543/1148) nos ha dejado el retrato de Ibn al-Kattānī, un mercader —y sabio— que tenía como ‘negocio’ la educación de esclavas:

“Tengo yo en mi poder a cuatro rumíes que ayer eran ignorantes, y ahora son sabias, médicas, lógicas, filósofas, geómetras, músicas, expertas en astrolabios, astrónomas, astrólogas, gramáticas, versificadoras, literatas y calígrafas. Muestra de ello, para quien las juzga ignorantes, son los grandes dīwānes escritos de su mano sobre lexicografía y semántica del Corán y otras ciencias coránicas, al igual que sobre las ciencias de los árabes, como las mansiones lunares, la métrica y la sintaxis, los libros de lógica y geometría y las diferentes clases de filosofía. Ellas se esfuerzan en el i`rāb de todo lo que copian y lo hacen con toda exactitud, tanto por comprender su significado como por lo mucho que se aplican. De ello hay muchos testimonios”.

Marín, Manuela, Mujeres en al-Ándalus, Madrid: CSIC, 2000, p. 640.

Cuenta también Ibn Bassām cómo el rey taifa de Albarracín, Ibn Razīn, estaba dispuesto a pagar sumas exorbitantes para conseguir esclavas cantoras (qiyān), llegando a pagar 3000 dinares por una que compró a Ibn al-Kattānī. Le criticaron por ello los demás reyes de taifas ya que su afición hizo subir los precios de ese tipo de esclavas. De una de ellas se dice —según la traducción de Manuela Marín—:

«Era única entre las qiyān de su época, sin que hubiera otra semejante. No hubo, entre sus contemporáneas, nadie con un espíritu tan delicado, de movimientos más ágiles, de más fácil trato, de mejor voz, de más excelente canto, de superior escritura, de más insólita literatura o de más dispuestas citas textuales a todo lo que engalanaba y cantaba. A ello añadía una expresión inmaculada, tanto en sus escritos como en sus cantos, y conocimientos adecuados de medicina, que le permitían adentrarse en la ciencia de la naturaleza, el análisis de los miembros internos y otras cosas que no están al alcance de los que practican el arte (médica). Tenía una asombrosa habilidad en la lucha, el combate con escudos y el juego con espadas, lanzas y puñales afilados y otras clases de juegos emocionantes. No se le conocía en esto rival ni igual» (3).

Marín, Manuela, Mujeres en al-Ándalus, Madrid: CSIC, 2000, p. 643.

De las 116 «mujeres sabias» localizadas por María Luisa Ávila, veinticuatro eran esclavas.

Los elementos folclóricos

Los elementos folclóricos presentes en la historia de Tawaddud son: el deseo de tener un hijo; la plegaria para que se cumpla el deseo; la felicidad por haber obtenido el deseo; el examen en forma de preguntas y respuestas (que es el que aparece en todas las versiones de la historia y por lo tanto el elemento definitorio de la misma). Pino Valero añade el de la herencia aparentemente inútil: Abu l-Husn no parece conocer el valor de la esclava Tawaddud que será quien le vuelva a hacer rico, de la misma manera que el hijo pequeño del molinero no sabe el valor del gato que le ha dejado su padre en el cuento El gato con botas.

Grabado de la Historia de la donzella Teodor, de Pedro de la Cuesta, Jaén, 1628. BNE, R/35920.

Suma y sigue

Hay muchos otros elementos de interés en la historia de Tawaddud, por ejemplo su carácter de pequeña enciclopedia del saber, su enfoque pedagógico y cómo se representa en ella a las mujeres (si la joven esclava tiene una representación positiva, las mujeres de mayor edad no salen bien paradas). Las preguntas y respuestas en sí mismas también merecen que se les preste atención por la cosmovisón que reflejan y que curiosamente entraña elementos que permitieron un trasvase desde coordenadas culturales en principio tan lejanas y ajenas como la arabo-islámica y la maya.

Hay estudiosos de las Mil y una noches que han encontrado la historia tediosa e incluso irritante. Otros han valorado el elemento de asombro que debió causar en el pasado, así como el hecho de que nos remite a la figura de la mujer mediadora, aquella que a través de su ingenio logra vencer a sus adversarios para salvar a quienes ama. Pero como toda buena historia, las lecturas que podemos hacer de Tawaddud y sus avatares no se limitan a las aquí esbozadas.


Notas:

Este texto recoge una clase impartida en la Universidad de Exeter dentro del curso Arabian Nights: Perception and Reception (marzo 2020). Agradezco a Emily Selove la invitación a impartirlo y a Salvador Peña, excelente conocedor de las Mil y una noches, su ayuda.

  • (1) Conocido por al-Nazzam, personaje histórico nacido hacia 782 y fallecido en 836. Fue miembro destacado de la escuela mu`tazilí, teólogos racionalistas mirados con suspicacia por los ulemas (sabios religiosos) para los que la razón debía estar supeditada a la Revelación.
  • (2) Véase la introducción de Salvador Peña Martín a su traducción Mil y una noches, 4 vols., Madrid: Verbum, 2018 (1ª edición 2016), I, 16-19.
  • (3) Marco Zuccato ha propuesto que el uso del astrolabio pudo difundirse en el mundo cristiano no sólo a través de una vía literaria sino también por una vía práctica representada por este tipo de esclavas: “Arabic singing-girls, the Pope and the astrolabe: Arabic science in tenth-century Latin Europe”, Viator 45/1 (2014), 99-120.

Para ampliar:

  • Ávila, María Luisa, “Las mujeres ‘sabias’, en al-Andalus”, en M. J. Viguera (ed.), Actas de las V Jornadas de Investigación Interdisciplinaria. I. La mujer en al-Andalus: reflejos históricos de su actividad y categorías sociales, Madrid-Sevilla, 1989, 139-184.
  • Brotherston, J. G., «Tawaddud and Maya Wit: a story from the Arabian Nights adapted to the Community Books of Yucatan«, Indiana 7 (1982), 131-141.
  • González-Barrera, Julián, «La historia de la doncella Teodor: una invención greco-bizantina, un cuento de Las mil y una noches y, finalmente, un pliego de cordel«, Boletín Hispánico-Helvético 8 (2006), 5-33.
  • Marín, Manuela, Mujeres en al-Ándalus, Madrid: CSIC, 2000, Estudios Onomástico-Biográficos de al-Andalus, XI.
  • Menéndez Pelayo, Marcelino, La doncella Teodor, un cuento de Las mil y una noches, y una comedia de Lope de Vega”, en Homenaje a D. Francisco Codera. Estudios de erudición oriental, Zaragoza, 1904, 483-511.
  • Mettmann, Walter, La historia de la donzella Teodor. Ein spanisches Volksbuch arabischen Ursprungs. Untersuchung und kritische Ausgabe der altesten bekannten Fassungen, in Akademie der Wissenschaften und der Literatur, Mainz: Franz Steiner Verlag, 1962.
  • Paraskeva, Mika, Entre la música y el eros. Artes y vida de las cantoras en el Oriente Medieval según El libro de las canciones (Kitāb al-aġānī), Granada: Editorial Universidad de Granada, 2017.
  • Parker, Margaret R., The Story of a Story across Cultures: The Case of the Doncella Teodor, Woodbridge: Tamesis, 1996.
  • Peña Martín, Salvador (traducción),  Mil y una noches, Madrid: Verbum, 2018 (2ª edición), «La doncella [Tawaddud] Bienquerer», vol. II, 475-515.
  • Peña Martín, Salvador, “La recepción iberoamericana de las Mil y una noches”, Castilla. Estudios de Literatura 8 (2017), 27-61.
  • Rosemary Stanfield-Johnson, «From One Thousand and One Nights to Safavid Iran: A Persian Tawaddud«, Der Islam 94, 1 (2017), 158–191.
  • Sangustin, Floréal (trad.), La docte sympathie. Tawaddud al-jariya. Conte des 1001 nuits. Version de Tombouctou, Geuthner, 2015.
  • Talmon, Adi, “Tawaddud, the story of a majlis”, en Hava Lazarus-Yafeh, Mark R. Cohen, Sasson Somekh and Sidney H. Griffith (eds.), The Majlis: Interreligious encounters in Medieval Islam, Studies in Arabic language and literature, Wiesbaden, 1999, 120-127.
  • Valero Cuadra, Pino, La doncella Teodor. Un cuento hispano-árabe, Alicante: Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 1996.
  • Vázquez Ruiz, Jesús, “Una nueva versión árabe del cuento de la doncella Teodor”, Miscelánea de Estudios Arabes y Hebraicos 1 (1952), 149-153.
  • Wesselski, Albert, “Die gelehrten Sklavinnen des Islams und ihre byzantinischen Vorbilder”, Archiv Orientálni 9 (1937), 353-378.